Recuerdo de muy niño con no más de 4 o 5 años, mi abuelo, me paseaba a diario por los Jardines de Pereda, por los Jardines de Piquio o bien por la playa del Sardinero de Santander cuando llegaba la época estival.

Siempre nos cruzábamos con el barquillero, un tal Salvador Abascal, figura “la de barquillero” hoy en día, si no estoy errado, desaparecida por completo.


El barquillero, de mi época, vendía barquillos y caramelos en invierno en los parques de la ciudad y en verano, pipas, cacahuetes y patatas. De hecho recuerdo su eslogan que repetía sin descanso era el siguiente: Hay patatas fritas, pipas, “cacahue”, a la RICA PATAAATAAA, así durante horas y días durante los meses de verano, de una punta a otra de la playa desde la Magdalena a la segunda del Sardinero y vuelta a empezar.

Si no mal recuerdo, Salvador comenzaba por una punta de las playas de la ciudad o sea la Playa de los Peligros y su señora (Imagino que era) por la punta opuesta, es decir, la zona del Chiqui.

Los recuerdo a los dos con uniforme de trabajo de blanco impoluto, quizás este detalle sea el que ha hecho que mi memoria los recuerde a los dos y pueda escribir esta historia.

Recuerdo que me llamaba la atención, verlos de blanco nuclear de pies a cabeza, el con un pantalón blanco, camisa y chaquetilla tipo coreana blancas, delantal blanco y calzado típico de la época blanco, sin olvidar el gorro tubular alargado blanco que siempre llevaba, el típico que suelen llevar los grandes chefs de cocina, sobre todo en Francia o al menos yo los identifico más con este país vecino. Aquí en España los chefs, son más de gorros de champiñón, bajos, de bandanas y las mujeres gorros con redecilla. Ahora lo pienso y aquel gorro, no sólo hacía la función de preservar los barquillos, patatas etc, que vendía de posibles cabellos perdidos, o de proteger de los rayos del sol el cuero cabelludo, también le daba altura y el que de por sí, lo recuerdo alto, le daba mejor visibilidad entre los santanderinos y turistas, desplazados a la playa paseando por la orilla del mar, debo decir que en Santander pasear por la orilla del mar, es casi considerado un deporte oficial, si vas a la playa y no has paseado por la orilla, no has ido a la playa. Imagino que la costumbre en este caso vendrá ligada a que las aguas del sardinero estaban consideradas en siglos anteriores beneficiosas para la circulación, así como para muchos males tales como infecciones y heridas.

Como decía, dicha altura posiblemente visible a gran distancia, hacía que ningún cliente deseoso de comer unas patatas fritas, se quedara sin ellas. Eran una pareja muy trabajadora y organizada y aunque pudiera parecer que vender patatas o barquillos es algo sencillo, ellos cuidaban todos los detalles tanto de la venta como de la imagen y la logística. Vender en la calle alimentos en una bandeja, puede dar la sensación de poco higiénico, eso a priori, porque al ver a este matrimonio vestidos de blanco cegador con un paño inmaculado blanco, tapando el género, sólo daba confianza y sensación de profesionalidad y limpieza.

No había nadie de Santander por aquellos años que no supieran quienes eran, lo que se traducía en clientela fija. Muchos de los que estéis leyendo este post, os preguntaréis. ¿Qué hace esta historia aquí en una web de venta de ropa de trabajo, que tiene esto que ver con Epiformes?

Os explico, llevo años tratando de hacer ver a mis clientes lo importantes que son los uniformes, años tratando de asesorar a todo aquel que viene a nuestras instalaciones a comprar ropa laboral, que lo importante no es el precio o si a ti personalmente un color o estampado te gusta más o menos, un uniforme de trabajo, tiene que transmitir algo, debe buscar una reacción en nuestros clientes y es un error, adquirir y vestir ropa de trabajo sólo por el precio o porque es nuestro color favorito. Uniformarse o uniformar a los operarios de una empresa, debe llamar la atención y perseguir un objetivo, hay que lograr que nuestros clientes nos asocien a algo positivo, a una experiencia positiva y grata, una experiencia que nos haga querer repetir, debemos lograr que nuestros clientes se acurden de nosotros por mucho tiempo. Obviamente, Salvador Abascal y señora, lo consiguieron conmigo.

Como ya he dicho, cada vez que veo o sale a relucir el barquillero de las playas de Santander, veo, o sea recuerdo, a un señor de blanco de pies a cabeza, si Salvador Abascal hubiese vestido cada día con ropa de distintos colores posiblemente no lo recordaría, el, apostaría a decir que a conciencia, fidelizó la clientela de los parques y playas de Santander por su atuendo, él y su señora.

Había otros barquilleros en Santander pero os aseguro que no le pongo cara a ninguno. De ellos sólo recuerdo aquella máquina de colores con una ruleta en lo alto que por azar, te daba o no premio.


Hago retrospectiva y podría escribir sobre cientos de lugares a los que he ido en la cercanía u otros a los que he  viajado a lo lejos y recordarlos por cosas puntuales que se salen de lo común. Recuerdo hará unos veinte años en una visita a Madrid, fuimos a comer al Friday del grupo SIGLA (Dicho grupo tenía más restaurantes, los más conocidos los VIPS). En dicho restaurante no podría deciros que comimos, sería incapaz de recordarlo, pero si recuerdo que todos los camareros iban vestidos de piratas, eso sí, que lo recuerdo y jamás olvidaré, en definitiva, recuerdo su ropa de trabajo, sus uniformes.

Volviendo al barquillero, a Salvador, recuerdo que era trabajador, hombre agradable en el trato y muy muy educado, sé que yo era muy pequeño entonces, pero es lo que recuerdo de él.

He leído en algún artículo que vestía chaqueta y pantalón oscuros, y aunque he encontrado una foto de el en internet de esa guisa, yo sólo lo recuerdo entero de blanco, quiero pensar que en esa foto aparece con chaqueta y pantalones oscuros, por ser un día lluvioso en Santander al ver en la foto, también un paraguas.


He preguntado a familiares y amigos y todos lo recuerdan de blanco he encontrado un dibujo que desconozco el origen y su autor, y también vestía de blanco, así que daré por ciertos mis recuerdos de infancia.


Pido disculpas de antemano, si algún familiar que me consta, aún existen, si en este post he faltado a la verdad, sólo he plasmado con palabras, mis recuerdos de infancia, y yo lo recuerdo así.