Gracias a las mentes inquietas de los inventores del pasado,
las empresas del presente tenemos la posibilidad de vivir y trabajar
diariamente, como es nuestro caso, vendiendo, ropa laboral y calzado para
trabajar
De no ser por la invención de la máquina de coser, uniformar
a una empresa entera, sería posible, pero muy lento y tremendamente caro, dado
que sería un trabajo de sastres y
costureras de forma manual elevando de
forma exponencial, el precio de cada uniforme. Por no mencionar que no
existiría gran variedad ni de colores ni de formatos, ni en chaquetas de
cocina, ni en ropa sanitaria ni de peluquería y mucho menos batas de maestra
estampadas, como las conocemos hoy en día así como el calzado laboral, sería
difícil de asumir por las empresas.
Se tiene constancia de la costura manual debido a que se han encontrado agujas
que datan de hace unos 41.000 años, dichas agujas, pudieron ir variando en
cuanto a calidad y material, de hueso o espinas de pescado a metal, pero la
técnica era similar, no fue hasta La Revolución Industrial en el Siglo XVIII cuando
por motivos de globalizar el mundo textil, las mentes más privilegiadas,
inventaron la máquina de coser, aunque no se tiene constancia del autor y no
sería hasta en siglo siguiente, en el S.XIX en 1929 cuando el francés Barthélemy
Thimonnier fabricó la que se conoce como la primera o una de las primeras
máquinas de coser.
Dicho invento, no sólo abarató la ropa laboral con el paso de
los años, también dio la oportunidad a las empresas más modestas, a uniformar a
sus empleados, dando sensación con ello de profesionalidad y empresa
estructurada y organizada. De hecho los primeros trabajos que se hicieron con
las máquinas de coser de Barthélemy Thimonnier fueron uniformes encargados por
el gobierno de la época.
Quien modernizó dicha maquinaria en años posteriores fue el inventor norteamericano Elias Howe que la hizo más funcional y logro que fuera una herramienta más asequible y extendida entre público menos profesional llegando hasta las amas de casa. Elias Howe, consiguió la patente para la fabricación de las máquinas de coser en 1.846. Se presume que hubo un inventor que tomó la delantera a todos ellos en 1755, pero debido a que la patente se perdió, existe una gran controversia en quien fue el primero.
Sería en 1851 cuando Isaac Singer crea su propio diseño de máquina de coser tal y como aún podemos ver en algunas casas y tiendas de antigüedades. Dicho diseño, le costó al Señor Singer un juicio y el pago de Royalties a Elias Howe, dado que se presumía que era una copia de la máquina anterior, pero eso es otra historia, que quizás contemos en otro artículo.